Es fácil, comprender y sentir la energía que se manifiesta de manera tangible cuando se ve, se oye, se saborea, etc.
También logramos comprender que hay sonidos y olores que son percibidos por algunos animales pero que están fuera de nuestro rango de audición u olfato.
Eso pasa con el tipo de energía con la que trabaja el Feng Shui, no tenemos un órgano específico para sentirlas pero están ahí.
De esta manera quiero explicar entonces lo que son las “energías” del ambiente, las cuales no son claras para ser percibidas por los sentidos tradicionales, pero de las cuales casi todos tenemos conciencia cuando “queremos salir corriendo” de algún lugar o nos “sentimos en casa” en sitios que visitamos por primera vez.
Podemos hablar de “sensaciones”, pero los chinos lograron las técnicas para cualificarlas y cuantificarlas mediante lo que conocemos como Feng shui, lo cual es el primer paso para comprenderlas y poder darles el manejo.
Si bien es cierto, esta es una ciencia ancestral, hoy por hoy sus conceptos pueden ser comprendidos y validados desde la muy actual física cuántica.
Todo lugar tiene unas energías de base, lo cual no siempre es favorable, al llegar nosotros y nuestras intervenciones podemos mejorarlas o ponerlas caóticas, aplicar las técnicas del Feng Shui permite nivelar las energías de un lugar al punto deseado.
Armonizar nuestro entorno con Feng Shui puede llevar a incrementar la conciencia de que lo que nos rodea es una energía que penetra en nuestros cuerpos. Esa energía que está presente en todas partes, desde la atmósfera que nos envuelve hasta los alimentos que ingerimos.
La invitación a todos quienes acceden al mundo de la comprensión de las energías, es reconocer el valor tangible de su fuerza.
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