Luego de la bola de cristal, la segunda piedra que compré fue una azurita con malaquita.
Cuando la vi no podía dejar de tocarla, no sabía cuales eran sus cualidades, poderes o como se dijera... mejor dicho en ese momento yo no sabía nada de piedras.
Solo que no podía dejar de mirarla, tocarla...
Con el tiempo, ya se porqué en ese momento cautivaba tanto mi atención, porque era la vibración y fuerza que en ese momento necesitaba para salir adelante de la situación en la que me encontraba.
Como dice Katrina Raphael, la persona se verá atraída por la piedra que más necesita.
Para comprender un poco más, cada gema tiene un potencial sanador en su interior.
Es fácil comprender cuando nos hablan de este potencial en las hierbas. Una manzanilla nos ayuda a calmar, un aguita de canela alivia el dolor estomacal, pues bien, las piedras tienen igualmente este potencial sanador, tal vez su canal sea diferente y en diferentes planos, pero igualmente sutiles y potentes.